Vicente García llevó a la práctica de manera ejemplar las directrices musicales que enunció Felipe Pedrell en Por nuestra música (1891) y que le fueron transmitidas por Vicente Ripollés. A través de sus composiciones encontramos un eje que, a lo largo del siglo XX, sintetiza la tradición de la música litúrgica gregoriana del Motu proprio de Pio X con las corrientes más innovadoras y contemporáneas que le correspondió vivir.
La catalogación de sus obras compuestas en cada una de las catedrales donde estuvo como maestro de capilla, explicita el paralelismo entre las obras y las directrices de Roma y de los obispados por donde pasó.
Su labor musicológica y de investigación, la preocupación por las transcripciones, la recuperación de la polifonía de los siglos XVI y XVII y la interpretación de esta música han sido un eje vertebrador en su vida musical como formador y director de las schola cantorum de cada Catedral i seminario donde estuvo como maestro de capilla.
Las manifestaciones corales en Tarragona y en Castellón son herencia de la escuela que creó en el Seminario de Tortosa en torno a la música litúrgica.

 

   
 
 
 
 
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